16 sept 2008

Motricidad respetada

Art. Tomado de Adivina Cuanto te Quiero

Pikler, Emmi. Moverse en libertad : desarrollo de la motricidad global . Madrid: Narcea, 1984. 166 p. (Educación hoy. Estudios). ISBN 8427706723.


Pikler afirma que, en condiciones ambientales adecuadas, todo niño adquiere, por propia iniciativa y sin intervención del adulto, un desarrollo motor adecuado. Parte de la creencia de que el desarrollo motor es espontáneo, y por tanto capaz de desplegarse sin ayuda exterior. En sus estudios se centra en la motricidad global, con exclusión de la motricidad fina.

Dichos estudios fueron realizados a lo largo de varios años en una institución para niños llamada Loczy. Las observaciones se realizaron durante las actividades cotidianas de los niños, y no en condiciones experimentales. En su trabajo Pikler se propuso eliminar el efecto directo y modificador del adulto sobre el desarrollo motor, valorando, en cambio, las experiencias y tentativas autónomas e independientes del niño. Buscaba, por tanto, dar completa libertad de movimiento al niño para que éste realizase de manera espontánea su desarrollo motor. Se siguieron las siguientes premisas:
· al niño no se le enseñaba ningún movimiento, ni se le animaba a hacerlo, ni se lo colocaba como él no fuera capaz de hacerlo.
· nunca se lo sentaba si él no sabía (ni para comer, ni en el médico...)
· si se caía no se lo levantaba.
· no se lo atraía con juguetes para animarlo a desplazarse.

En oposición a las teorías de Pikler, comúnmente se afirmaba –y se afirma aún- que es bueno que el adulto intervenga prestando su ayuda al niño. Se creía que la intervención beneficiaba al niño porque aceleraba su desarrollo motor, y esto se consideraba ventajoso y oportuno para él. Además, se afirmaba que tal intervención produce satisfacción y placer en el niño. Por último, la intervención estaba sancionada por la costumbre, porque siempre se había hecho así.
Pikler no aceptaba estas razones. Afirmaba que ayudar al niño antes de tiempo es negativo por dos razones: el sistema neuromuscular está inmaduro, y la personalidad sufre una inadaptación temporal. Y señalaba tres inconvenientes de intervenir:
i. Al poner al niño en una postura que no sabe adoptar ni abandonar solo, lo condenamos a estar inmóvil mientras el adulto no intervenga o el niño no sepa andar.
ii. Las posiciones alcanzadas son anormales, con cifosis, lordosis, músculos tensos o en desuso, rigideces... Los movimientos de los niños se caracterizan por ser torpes y faltos de armonía y seguridad.
iii. El niño depende siempre del adulto para cambiar de postura, por más que con el paso de los meses su movilidad y agilidad se incrementen.

Así, Pikler desaconsejaba la intervención del adulto. Argumentaba que si permitimos que la motricidad se desarrolle sin intervenciones beneficiamos al niño. Esto es así porque el psiquismo resulta fortalecido cuando el dueño de tomar la iniciativa es el propio niño, lo cual a su vez mejora la percepción de la propia eficiencia y su vivencia del aprendizaje. Además, cuando el niño desarrolla su motricidad sin ayuda, mejora su autoconocimiento corporal, su autoconociencia, y el reconocimiento espacio-temporal del entorno. En sus estudios, Pikler observó que el niño “libre” conseguía movimientos armoniosos, mayor flexibilidad, mejor coordinación, equilibrio y seguridad. Y, además, disfrutaba durante su adquisición y ejecución. Así mismo, era un niño caracterizado por una gran movilidad: adoptaba posturas variadas, las cambiaba a menudo, se desplazaba (gateando, rodando...) mucho y pronto, se movía con soltura y autonomía, era prudente, sufriendo rara vez accidentes. Resulta interesante que el niño “libre” conseguía experimentar una gran variedad de movimientos intermedios, transitorios; éstos son importantes porque preparan al organismo para movimientos más evolucionados, los cuales forman parte integrante del desarrollo: constituyen su trama.

Según Pikler, ¿qué es necesario para favorecer y no entorpecer el desarrollo de la motricidad?:
a. No “enseñar” ningún movimiento al niño, no “adiestrar” en habilidades motoras, lo que no excluye la ayuda indirecta si el niño la precisa. Sí que es necesario estimular la actividad autónoma del niño, pero sin intervenir en su desarrollo ni acelerar sus adquisiciones. El educador debe manifestar paciencia, respetar al niño y favorecer su desarrollo autónomo.
b. Asegurar al niño unas condiciones ambientales adecuadas que le garanticen libertad de movimientos, a saber: que la indumentaria del niño no le entorpezca y sea amplia, que el espacio sea suficiente y esté adaptado, que sea seguro, que el niño disponga de juguetes adecuados.

La conclusión de Pikler fue que ni la enseñanza ni la ayuda directa de un adulto son condiciones indispensables para el desarrollo motor. Por el contrario, el niño al que se pone precozmente en una posición que no domina, se halla desfavorecido tanto en el reconocimiento activo del entorno como en la manipulación.

Otras observaciones interesantes que se recogen en su trabajo son:

o Al avanzar en edad los datos se dispersan en intervalos cada vez más amplios; por ejemplo para la marcha firme el intervalo es de casi seis meses.
o Los prematuros muestran retraso con relación a los nacidos a término o con peso normal: el conjunto de su desarrollo motor es más lento, y los períodos de adquisición de las fases son más prolongados.

5 comentarios:

Muma dijo...

Hola, como estas? me llamo Mariana y participo del foro de lactancia de Lacmat, y el otro dia me llego algo sobre Pikler, te lo pego abajo, ya que es interesante:

No sé si lo sabéis, pero en el sistema Pikler, que fue desarrollado en un orfanato, se deja llorar al bebé y se le mantiene a parte en un parquecito. Pikler decía que una de las cosas que costaba más era conseguir que la madre fuera contra sus instintos….

Lo conozco muy de cerca porque tengo amigas íntimas (maestras) que se han formado en Budapest (en el orfanato donde se creó el sistema) y lo han seguido a rajatabla como método de crianza con sus propios hijos. No me siento afín al sistema e incluso tuve que trabajarme mucho la amistad delante de situaciones (ver cómo eran tratados los bebés) que atentaban completamente con mis sentimientos como madre. No voy a entrar más en el tema, pero quiero dar un toque de atención y recomiendo si alguien quiere hacer un curso con ellos, que se informe bien acerca del tema, porque cuando profundice se puede sentir muy defraudada y hasta escandalizada.

Cuando conoces el tema, te interesa, porque hablan continuamente del respeto al niño en su individualidad, de vivir en el presente y estar realmente por el niño…, pero cuando profundizas te vas quedando helada.

un saludo

Mariana

tana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Una madre Pikler dijo...

Hola yo practico la mirada pikleriana al a hora de educar a mis mellizos, pero bajo ningun aspecto los dejo llorar...solo quejarse si estan buscando una nueva posicion o destreza, para mi fue y es un metodo maravilloso. Tanto asi que estoy escriiendo un blog con mi experiencia...qeu realmente la disfruto.
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la forma que lo hago no es cruel ni mucho menos...
saludos, lucrecia